Cuando la selección uruguaya regresó de los Juegos Olímpicos
del 24, los argentinos le ofrecieron disputar un partido en forma de festejo.
El encuentro se jugó en Buenos Aires y Uruguay perdió por un gol. El puntero
izquierdo Cesáreo Onzari fue el autor de ese gol de la victoria. Lanzó un tiro
de esquina y la pelota se metió en el arco sin que nadie la tocara. Era la
primera vez en la historia del fútbol que se hacía un gol así. Los uruguayos se
quedaron mudos. Cuando consiguieron hablar, protestaron. Según ellos, el
arquero Mazali había sido empujado mientras la pelota venía en el aire, pero el
árbitro no hizo caso a nada. Entonces mascullaron que Onzari no había tenido la
intención de disparar a puerta, y que el gol había sido cosa del viento.
Por homenaje o ironía, aquella rareza se llamó Gol
Olímpico, y hasta hoy se sigue llamando así en las pocas veces que esto ocurre. Onzari
pasó el resto de su vida jurando que no había sido casualidad, y aunque han
transcurrido muchos años la desconfianza continúa. Se comenta que cada vez que
un tiro de esquina sacude la red sin intermediarios, el público celebra el gol
con una ovación, pero no se lo cree.
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